Hoy, el día ha llegado, el 8 de marzo. Nuestro día. Nuestro día de celebración. A lo largo de todo el mundo se están llevando a cabo manifestaciones y acciones para celebrar nuestras luchas, para tomar conciencia de nuestra fuerza y para llenarnos de energía de cara a otro año de lucha. No importa a dónde miremos, nos estamos levantando en todo el mundo, en todas partes están surgiendo grandes movimientos de protesta y organización feminista, en Argentina, Chile, Afganistán, Sudán, Kurdistán … ¡No podemos ni seremos ignoradas!
No es de extrañar que nos enfrentemos a una represión cada vez mayor en todo el mundo. Los estados nos tienen miedo, ¡y así debe ser! Somos las que cambiamos el mundo, somos las que lideramos los movimientos revolucionarios a nivel mundial en busca de una vida diferente.
En Rojava, por supuesto, también celebramos el 8 de marzo; después de todo, vivimos en la revolución de las mujeres. Son las mujeres las que están construyendo una vida lejos de los estados, el capitalismo y el patriarcado. Pero el 8 de marzo aquí, es diferente al 8 de marzo en Europa. Tiene un significado diferente. En Europa, el 8 de marzo es el día del año. Es el día en que multitud de alianzas y grupos dedican cientos de horas en prepararse para poner en práctica cientos de acciones. Es EL DÍA de la liberación de género. En Rojava también lo celebramos, por supuesto, pero no es EL DÍA, es un día. Uno de tantos. Después de todo, la frase “todos los días del año son 8 de marzo”, se ha hecho realidad aquí gracias a miles de mujeres. Si quieres reconstruir toda una vida, si toda una sociedad quiere autoorganizarse y liberarse del patriarcado, no se puede descansar ni un solo día.
El 8 de marzo es un día para celebrar, pero es también un día para recordar que estamos bajo ataque no solo un día, sino cada minuto de nuestras vidas. Es un día para decir “no”. Es un día para que todas las personas del mundo sean conscientes de que no aceptaremos ni por un solo minuto las condiciones en las que vivimos. Es un día para demostrar que no permitiremos ni una agresión más, ni un feminicidio más, ni una violación más. Es un día para recordarnos a nosotras mismas que es nuestra práctica diaria, nuestra lucha diaria, la que destruirá el patriarcado.
Sí, al final, todo se reduce a nuestra práctica diaria. Y es importante entender que el patriarcado no solo nos ataca “desde afuera”, no solo en forma de policías, estados y hombres violentos. El patriarcado nos ataca en todos los lugares de nuestras vidas. En nuestras amistades, en nuestra organización política, en nosotras mismas. Cada momento que nos paramos frente al espejo y nos sentimos feas es un ataque. Cada día que vemos en secreto a nuestras mejores amigas como competidoras es un ataque. Cada momento que nos sentimos pequeñas, estúpidas e inútiles es un ataque. Y también, cada día que nos sentimos solas es un ataque.
El patriarcado no es solo la violencia explícita que vemos todos los días en las calles y en el hogar, sino también todos los pequeños momentos que pasan desapercibidos. El patriarcado es mucho más que la fuerza bruta, es parte de todos los aspectos de nuestras vidas.
Es una forma de relacionarnos que determina quiénes podemos llegar a ser y cómo podemos relacionarnos entre nosotras, cómo desarrollamos las amistades, qué sentimos y no sentimos y, en última instancia, cómo nos relacionamos con nosotras mismas y quiénes somos.
El patriarcado nos separa las unas de las otras y nos hace enemigas.
El 8 de marzo es un recordatorio de que toda nuestra vida es una lucha. Una lucha en cada parte de nuestras vidas, contra los ataques externos y contra los ataques internos, una lucha contra todos los pequeños y feos sentimientos de los que no hablamos porque estamos demasiado avergonzadas de tenerlos.
Pero el 8 de marzo es también un día para recordarnos que tenemos mucho que ganar. Que otra vida es posible y que esta otra vida es nuestra vida.
Es un día en el que deberíamos sentarnos juntas, soñar y hablar. Buscamos respuestas a tantas preguntas… ¿Qué es una vida libre? ¿Qué significa exactamente en la práctica? ¿Cómo queremos relacionarnos entre nosotras? ¿Quiénes somos cuando no estamos determinadas por los deseos, sentimientos y expectativas del patriarcado? ¿Cómo queremos vivir juntas? ¿Qué significa el amor? ¿Cómo debemos luchar?
En busca de respuestas, la teoría no es suficiente para nosotras; no nos quedamos satisfechas solamente con eslóganes. ¡Buscamos más! Después de todo, otra vida no es sólo posibe dentro de 100 años. Otra vida es posibe ahora, si nos atrevemos a luchar juntas ahora, para desafiarnos a nosotras mismas y a las demás. Cada día y en cada aspecto de nuestras vidas, contra el enemigo externo, pero también contra el enemigo interno, contra la envidia y la competición, contra la ineptitud, contra la soledad, contra cientos de cosas que nos separan a las unas de las otras.
El 8 de marzo empezó con Clara Zetkin y Sehid Sara (Sakine Cansiz) hizo de cada día del año un 8 de marzo. Ahora, depende de nosotras continuar la lucha. En Kurdistan y en todo el mundo.
Jin Jiyan Azadi